Si sacáramos una foto cada año de todos los argentinos juntos, las imágenes más recientes serían las que menos chicos tendrían en sus primeras filas y más cabezas con canas en la parte de atrás. Este retrato -imposible de hacer realidad- se puede apreciar en la pirámide poblacional, que de a poco se va transformando. Es que la cantidad de niños en nuestra sociedad está bajando cada vez más, al tiempo que aumenta la expectativa de vida y la cantidad de personas de la tercera edad.

De 100 niños y niñas que nacían en 2011, diez años después nacieron 70. Y la cifra sigue bajando, según el Dosier Estadístico de Niñas, Niños y Adolescentes, que recientemente publicó el Instituto nacional de Estadísticas y Censos (Indec).

Según este trabajo, los cambios en los comportamientos reproductivos asociados al descenso de la fecundidad han generado una reducción del peso relativo de la población de niñas, niños y adolescentes en nuestro país. En la actualidad, uno de cada dos hogares tiene menores de 18 años. La cifra puede generar asombro, pero según los demógrafos no hay muchas sorpresas si vemos lo que viene ocurriendo con el índice de nacimientos.

En Argentina -y Tucumán no es la excepción- nacen cada vez menos bebés. Desde hace casi una década los nacimientos vienen en picada y hoy son un 30% menos que en 2014, cuando arrancó la tendencia decreciente. Ese descenso vino empujado en una buena parte por la baja en los embarazos adolescentes, que cayeron un 59% después de muchos años de mantenerse a niveles altos.

Para graficar esto veamos un poco los números nacionales: en 2016, por ejemplo, se registraron 777.017 partos contra 529.794 en 2021. En Tucumán, en 2010 nacieron 30.400 bebés; en 2016, 28.306; y en 2021, 24.617, según los datos de la Dirección de Estadísticas de la provincia.

Causas

Que la cantidad de chicos esté disminuyendo en la pirámide poblacional tiene varias causas, según los expertos. Está relacionado principalmente a transformaciones sociales y culturales: hoy se retrasa cada vez más la llegada del primer hijo y eso limita bastante el número de hijos que pueda tener una mujer, sostiene Fernando Longhi, investigador del Conicet y docente de demografía.

Según el profesional, algunos de los elementos comunes que suelen contribuir al descenso de la fecundidad incluyen:

• Cambios en el papel de la mujer: A medida que las mujeres obtienen mayores niveles de educación y participan más en el mercado laboral, tienden a postergar la maternidad y tener menos hijos. La búsqueda de carreras profesionales y la autonomía económica suelen asociarse con menores tasas de fertilidad.

• Urbanización: las poblaciones urbanas tienden a tener tasas de natalidad más bajas que las áreas rurales. La urbanización a menudo conduce a estilos de vida más enfocados en la carrera y la educación, así como a la disponibilidad de servicios de planificación familiar.

• Acceso a métodos anticonceptivos, que permiten a las parejas controlar el momento y el número de hijos que desean tener.

• Cambios culturales: las actitudes hacia la maternidad y la familia pueden cambiar con el tiempo debido a factores culturales y sociales. En algunas sociedades, se pone énfasis en la planificación familiar y la elección consciente de tener menos hijos.

• Costos asociados con la crianza de hijos: el aumento de estos costos, como ser educación, atención médica y vivienda, puede llevar a que las parejas decidan tener menos hijos para mantener un nivel de vida deseado.

• Inseguridad económica: la incertidumbre puede llevar a las parejas a postergar la decisión de tener hijos o a limitar su número para garantizar una mejor calidad de vida para la familia.

• Cambios en las estructuras familiares, como por ejemplo el aumento de hogares unipersonales y la disminución de la presión social para tener grandes familias.

“Estos factores interactúan de manera compleja y pueden tener diferentes efectos en distintas sociedades. Además, las políticas gubernamentales y las condiciones económicas también desempeñan un papel clave en la formación de las tendencias de fecundidad”, explica el experto.

Fecundidad adolescente

La médica sexóloga Amelia del Sueldo Padilla habla de un aspecto central: la caída de la fecundidad adolescente. Sostiene que ese derrumbe da cuenta del sostenimiento del programa de salud sexual, lo cual genera un mayor acceso a derechos sexuales y reproductivos.

La gran mayoría de los embarazos en edades tempranas son no intencionales, apunta el dosier que presentó el Indec. Del total de niñas y adolescentes menores de 15 años que cursaron sus embarazos en el sistema público, el 84,3% declara no haberlo planificado.

Según el informe, entre 2010 y 2021, las tasas de fecundidad adolescente se redujeron a menos de la mitad. Y eso es positivo teniendo en cuenta que el embarazo y la maternidad a edades tempranas se encuentran asociados con condiciones de vulnerabilidad, además de que tienen mayores probabilidades de ser producto de coerción o relaciones forzadas, especificaron.

8.000 chicos menos

La caída de los nacimientos es, según los demógrafos, mucho más pronunciada de lo que se esperaba. El censo 2022 mostró que hay menos niños menores de cinco años que hace una década. Son unos 800.000 chicos menos de lo que esperaban las proyecciones para este último relevamiento nacional.

Según los datos definitivos del censo 2022, a nivel nacional el grupo etario de cero a 14 años representa al 22% de los 45,8 millones de argentinos censados. En comparación con los anteriores relevamientos censales, esta población disminuyó 3,5 puntos porcentuales respecto de 2010 y 6,3 puntos porcentuales respecto de 2001. Al mismo tiempo, el porcentaje de los mayores a 65 años se incrementó 1,7 puntos porcentuales en los últimos 12 años.

En Tucumán también bajó la cantidad de niños de cero a 14 años. Hay un 1,4% menos que en 2010. Hoy representan el 23% de la población. Son 402.133, mucho menos de lo que se había proyectado. Las provincias con más chicos en su territorio son Misiones, Santiago del Estero, Formosa y Salta.

El bono demográfico

La caída de la natalidad es algo que en los próximos años se hará más notorio. Habrá menos alumnos en las escuelas, se necesitarán menos pediatras y habrá demanda de alquileres de viviendas con menos ambientes, entre otros cambios. Esta situación es lo que los demógrafos llaman “bono demográfico”, que es una oportunidad de crecimiento económico para el país, pero que a la larga puede ser perjudicial.

La cosa es así: al nacer menos chicos, cambia la proporción entre personas económicamente activas y dependientes. Esto genera una gran oportunidad, ya que hay más personas que trabajan y producen para la sociedad y menos que necesitan cuidados. Pero ese bono no dura para siempre. Si continúa la baja de natalidad, en unos 30 años, va a aumentar la cantidad de adultos mayores y va a disminuir la población económicamente activa.